Violencia
de género: su impacto en las subjetividades
femeninas
ANALISIS PREVIO DE Osvaldo Buscaya
a) {En Paraguay, según un comunicado de la
UNICEF y ONU Mujeres (2015) cada día 2 niñas de entre
10 y 14 años dan a luz. La mayoría de los casos son
consecuencia de abuso sexual reiterado.}
Pues, he afirmado ya que
la ética y la moral de la transexual ecuménica perversa
civilización encubren el accionar de su irresoluble perversión
y ambigüedad sexual, originada en las fases edípicas y me
ha sido posible retrotraer la agresión, el sometimiento, el
abuso, la violación el femicidio, etc., a la misma causa
ocasional que desarrollamos en la Nota 3 (Femeninologia Ciencia de lo
femenino). A la influencia de la “excitación”
entonces sentida, puede atribuirse fundamentalmente aquella
transformación que se inicia en la sexualidad del infantil
varón y sustituye la tendencia inicial por la tendencia al
miedo a la castración y el repudio a lo femenino castrado, que
repite adaptándolo a la “constitución” de
su paranoica realidad.
b) {Como lo expresa Alkolombre (2019): “(…)
el itinerario de la misoginia se expresa a través del odio
hacia las mujeres por el sólo hecho de ser mujer, y se
visibiliza a través de distintas expresiones como la
denigración, la discriminación, la objetalización,
la desigualdad de derechos y las distintas violencias físicas
y simbólicas”. (p. 43).}
Pues, el varón niega
sistemáticamente, la fuerza probatoria de tales indicios
paranoicos: incluso cuando conservan el recuerdo de los hechos que
registra la propia historia de arcángeles, liderazgos,
monarquías, eclesiásticos, filosofía patriarcal,
tiranías, guerras santas, raza superior, etc., mascaradas que
prolongadamente recubren su irresoluble perversión y
ambigüedad sexual. El varón con sus “representaciones”
patológicas, creó y crea ramificaciones directas; en su
ética y moral; en sus prohibiciones y castigos, en sus se debe
hacer esto y no lo otro; etc., con su inalterable advertencia de que
no cumplir las reglas del varón es peligroso. La singular
metodología transexual ecuménica perversa patriarcal,
practicada y conocida como “cultura” tiene su punto de
partida en la rebelión de la horda primordial arribando al
procedimiento “democrático” de tener a su
arbitrio, todos los “machos”, el derecho de posesión
sobre los objetos – hembras.
c) {Alkolombre, citando a
Alizade, señala que la anatomía y la cultura hacen
destino, y muestra como la educación desvalorizada de las
niñas bloquea la exteriorización de la agresión
trófica y daña la autoimagen, facilita que en un futuro
se vinculen con hombres de potencial violento y sucumban al daño
vincular. Al pensar estas palabras de Alizade, me
encontré con expresiones misóginas de nuestra cultura,
que forman parte del imaginario social paraguayo que ubican a las
mujeres en un lugar degradado y subordinado. Algunas de las frases
populares machistas que con unas colegas habíamos recolectado
para un trabajo de violencia de género fueron: “Kuña
ha arco, reha’ ãnte va’ ẽra” (La mujer
y el arco son para tantear), “Kuña noñenupãi,
ojecorregínte” (A la mujer no se le pega, se le
corrige), “Nde gustokue” (vos te lo buscaste).
Pienso que las frases hablan por sí solas: la primera de la
mujer y el arco objetalizan a las mujeres como objetos para el placer
masculino, la segunda naturaliza la violencia como forma de
corrección tan arraigada en la cultura y la última
castiga a las mujeres que vivieron algún tipo de violencia
(física o sexual) culpabilizándolas. De
esta manera, comprendiendo las subjetividades femeninas dentro de un
sistema estructural que promueve asimetrías de poder, se puede
visibilizar y trabajar las marcas de estas violencias.}
Pues. las
sucesivas conquistas “culturales” del transexual
ecuménico perverso patriarcado a través de la etapa
animista, religiosa y científica no dejaron ni deja de tener
como primordial premisa, la inferioridad de lo femenino y reposa en
la ampliación del sometimiento en todas las áreas, que
“permite” a la mujer ocupar lugares en el ordenamiento
del poder, pero cumpliendo el mandato transexual ecuménico
perverso patriarcal. Tendencia del transexual ecuménico
perverso patriarcado a la supresión del carácter
feminista, retrotrayéndolo al estado psíquico en el
cual habrá surgido el horror a la castración, y su
repugnancia y su desprecio a la mujer no poseedora del falo; es decir
del “poder”. En las situaciones de encuentros feministas,
emergen en el transexual ecuménico perverso patriarcado,
intensas manifestaciones afectivas de altísima agresividad que
se dispersarían evitando su reaparición, si aceptamos
los principios machistas del transexual ecuménico perverso
patriarcado. Ofrecer un historial de la transexual ecuménica
perversa civilización patriarcal, acabadamente preciso y sin
la menor “laguna”, supondría situarnos desde un
principio, en condiciones muy distintas sin el psicoanálisis
(Freud). Las crónicas de los críticos de la
civilización y la cultura suministrados por el abanico de la
“izquierda” a la “derecha”, suelen no
procurar sino una imagen muy poco fiel del curso de la perversión
del transexual ecuménico perverso patriarcado. Naturalmente,
iniciar una relación de igualdad con la mujer, haciendo que el
varón se atenga al historial de la transexual ecuménica
perversa civilización y la de su carácter de
sometimiento, y abuso sobre lo femenino, sólo conseguiríamos
una afirmación de su lugar en el “universo” como
destinatario “divino” y elegido, planteándonos
enigmas hasta situarnos ante épocas totalmente oscuras faltas
de toda aclaración aprovechable. La incapacidad del transexual
ecuménico perverso patriarcado para desarrollar una exposición
ordenada del recorrido de la civilización en cuanto la misma
coincide con su irresoluble perversión y ambigüedad
sexual, integra una gran importancia teórica para la ciencia
de lo femenino (Femeninologia).
La irresoluble perversión y
ambigüedad sexual del varón, responde a lo emergente de
asociaciones originadas en las fases oral, sádico anal y
fálica; un curso inevitable que la civilización
patriarcal no está dispuesta a alterar. El complejo de
castración predomina guiando al varón desde la horda
primordial, donde la “rebelión”, habría
trasladado el poder a la “comunidad”, pero de los machos.
Éste juego “democrático” se justifica y
está basado en el acatamiento a la ley del “padre”;
macho primordial. En éste “balbuceo”, sobre una
situación milenaria de sometimiento patriarcal, el feminismo,
que deberá tomar el poder sobre el varón, nos presenta
un lineamiento positivo en el sentido de la vital y absoluta claridad
de contemplar lo esencial de la fase oral, sádica anal y
fálica en la educación del infante. Educación
bajo el control absoluto de la mujer.
Un penoso “conflicto”
que la mujer padecería sería; ¿Cómo
admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero,
el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no
habría excepción?
Señalo en mi Ciencia de lo
femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la
estructura de la relación de la mujer con la verdad como
causa, en la imposición del transexual ecuménico
genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de
la simiesca horda primitiva.
El sentido y la verdad del feminismo
(la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y
ambiguo sexual
“El feminismo es única y absolutamente
la mujer”
Un travesti o un trans; no es una mujer
El
discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de
lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello
que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre
con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se
demuestran insostenibles en el presente.
Buenos Aires
Argentina
20
de junio de 2023
Osvaldo V. Buscaya (1939)
Psicoanalítico
(Freud)
*Femeninología
*Ciencia de lo femenino
*******
Violencia de género: su impacto en las subjetividades femeninas
16/05/2023- Por José Enrique Galeano Da Costa
El
trabajo aborda la violencia de género, describiendo su
impacto en las subjetividades femeninas. El objetivo es deconstruir
la noción de masoquismo femenino como factor causal de la
persistencia de mujeres en vínculos violentos, y proponer
otras lecturas posibles a través de un psicoanálisis
con perspectiva de género. A través del caso clínico
de una joven mujer que vivenció abusos sexuales en su
infancia y adolescencia, se describen los distintos rostros de la
violencia sexual, y sus efectos psíquicos. El escrito además
realiza algunas descripciones de la cultura, que predisponen a la
vulneración y desamparo de las mujeres, en vínculos de
dominación.
“Mujer
mirando al cielo” de Matías Morales"
Introducción
El tema de la violencia de género y su impacto en las subjetividades femeninas me resulta convocante, ya que durante muchos años trabajé en un consultorio comunitario destinado a personas de bajos recursos económicos. En ese lugar, me desempeñé como supervisor de las prácticas clínicas de estudiantes universitarios que atendían consultantes para realizar evaluaciones y luego derivarlos a otra área del servicio de profesionales que formaban parte del equipo.
Tuve la posibilidad de escuchar muchas historias de violencias, maltratos y de destratos crueles, lo que Ana María Fernández (2013) denominó la clínica de la crueldad. Y en medio de los distintos sufrimientos humanos, tuve la posibilidad de escuchar a muchas mujeres paraguayas, víctimas de violencia de género. Esta oportunidad clínica, me permitió alojar su dolor de una manera diferente a la que mi formación teórica hasta ese entonces me había proporcionado.
A partir de ahí, empecé también a entender el dolor en clave de género, porque pienso que la violencia de género se da en un contexto sociocultural, que aún sigue vulnerando los derechos de las mujeres y las disidencias, y que estas impactan de diferentes maneras en el psiquismo.
Contexto sociocultural
En Paraguay, según un comunicado de la UNICEF y ONU Mujeres (2015) cada día 2 niñas de entre 10 y 14 años dan a luz. La mayoría de los casos son consecuencia de abuso sexual reiterado.
Según datos de la Policía Nacional, en Paraguay, el 85 % de las víctimas de homicidio, tentativa de homicidio, lesión corporal, coacción sexual, tentativa de coacción y violencia familiar entre los años 2011 y 2014, corresponden al sexo femenino. Actualmente, estos datos siguen creciendo en cifras, como ocurre en distintos lugares de Latinoamérica.
Estos datos estadísticos, en realidad, son la punta de un iceberg que muestra un tipo de sistema social en que sigue rigiendo relaciones de opresión en base al género y las formas varían desde las más concretas, como el maltrato físico, hasta las más sutiles, como la discriminación laboral, tal como sostiene Burin (2008).
Pensando la violencia de género
Este marco sociocultural descrito y la larga historia de subordinaciones que han vivido las mujeres, me lleva a pensar, el descuido que por mucho tiempo ha tenido el Psicoanálisis clásico, en relación con el sufrimiento de las mujeres dentro de un marco heteropatriarcal, que ha estado marcado por la dominación masculina.
Fridman (2019) expresa que históricamente las mujeres han sido cuerpo sin palabra, cuerpo para parir, cuerpo para criar y cuerpo depositario de violencia; por lo tanto, objeto de deseo del otro. Señala la gravedad que ha tenido la desmentida que ha realizado cierta conceptualización psicoanalítica al confundir fantasía con suceso traumático real. Esta misma idea expresa Fernández:
“(…) seguramente gran parte de los o las pacientes de Freud fantasearon edípicamente la seducción de sus adultos cercanos. Pero probablemente algunos otros/as fueron reales víctimas de abuso. Son quienes quedaron por fuera de la escucha. Para ellos y ellas, el dispositivo no dispuso de hospitalidad” (2013, p. 55)
Han persistido por mucho tiempo explicaciones causales sobre la violencia de género vinculadas al masoquismo femenino, que llevaron a dar explicaciones que naturalizan feminidad y sufrimiento y, por ende, la persistencia de las mujeres en relaciones violentas.
Frente a estas explicaciones esencialistas hay otras respuestas posibles que permiten entender el sufrimiento de las mujeres dentro de un marco más amplio inter y transubjetivo. Al respecto, Meler (2016) denomina “erogeneidad de subordinación” al hecho de que los sujetos inmersos en situaciones penosas, potencialmente traumáticas, recurren como forma de ligar la cantidad de estímulos que los desborda, a la coexitación erótica.
Estas propuestas, a mi entender, ubican los modos en los que se enlaza el deseo con el poder y pretenden ampliar la óptica que solo tiene en cuenta el aspecto intrapsíquico en el abordaje de la violencia. Es entender, como sostiene Tajer (2020) la manera en que lo histórico social y político, en cuanto a la distribución del poder entre los géneros, hacen parte fundamental de la organización psíquica. Ampliar nuestra mirada, nos permite salir del “callejón sin salida” de la revictimización de quienes sufren este tipo de violencia.
Subjetividades femeninas vulnerables
A pesar de que el patriarcado ha perdido hegemonía y que las luchas feministas han ubicado en otro lugar a las mujeres, no se puede dejar de lado la cruda realidad que todavía persiste en la vulneración de los derechos de las mujeres. Y se puede ver a través de las distintas expresiones de machismo y de misoginia.
Como lo expresa Alkolombre (2019):
“(…) el itinerario de la misoginia se expresa a través del odio hacia las mujeres por el sólo hecho de ser mujer, y se visibiliza a través de distintas expresiones como la denigración, la discriminación, la objetalización, la desigualdad de derechos y las distintas violencias físicas y simbólicas”. (p. 43).
Alkolombre, citando a Alizade, señala que la anatomía y la cultura hacen destino, y muestra como la educación desvalorizada de las niñas bloquea la exteriorización de la agresión trófica y daña la autoimagen, facilita que en un futuro se vinculen con hombres de potencial violento y sucumban al daño vincular.
Al pensar estas palabras de Alizade, me encontré con expresiones misóginas de nuestra cultura, que forman parte del imaginario social paraguayo que ubican a las mujeres en un lugar degradado y subordinado. Algunas de las frases populares machistas que con unas colegas habíamos recolectado para un trabajo de violencia de género fueron: “Kuña ha arco, reha’ ãnte va’ ẽra” (La mujer y el arco son para tantear), “Kuña noñenupãi, ojecorregínte” (A la mujer no se le pega, se le corrige), “Nde gustokue” (vos te lo buscaste).
Pienso que las frases hablan por sí solas: la primera de la mujer y el arco objetalizan a las mujeres como objetos para el placer masculino, la segunda naturaliza la violencia como forma de corrección tan arraigada en la cultura y la última castiga a las mujeres que vivieron algún tipo de violencia (física o sexual) culpabilizándolas.
De esta manera, comprendiendo las subjetividades femeninas dentro de un sistema estructural que promueve asimetrías de poder, se puede visibilizar y trabajar las marcas de estas violencias.
Viñeta clínica: Caso Cielo
Presentación de la paciente
La paciente es una joven adulta, profesional y en el momento de la consulta trabaja en una empresa. La denominaré Cielo. Es oriunda de una ciudad del interior del país y de muy joven fue a trabajar a una ciudad grande del país. Sus padres son personas de clase baja. Su padre trabaja como albañil en construcción y su madre es ama de casa.
Primera entrevista:
Cielo llama con mucha urgencia de ser atendida. En la mañana que teníamos que vernos me escribió un mensaje a avisar que había consumido un exceso de pastillas pero que de todas formas iría a la consulta. Se presentó puntualmente a la entrevista.
En relación con su motivo de consulta me comenta que se encuentra en un estado depresivo, que se quiere morir, se quiere matar. Seguido a esto, comenta que una prima muy cercana, que se había criado con ella, se había quitado la vida y que desde entonces ella también quiere morir. A su llegada a consulta ya había tenido otros intentos de suicidio.
A continuación, empieza un relato sobre su familia y el maltrato en donde vivía. Un padre violento, una madre sometida a la violencia. Maltrato físico, verbal y psicológico estaban presentes en la vida de Cielo. No se ha sentido cuidada por ninguna de sus figuras importantes.
Con relación a su pareja, me comenta que sostiene una relación con un hombre mayor, adinerado y casado. Luego de haber hablado sobre su pareja, dice sentir un gran rechazo por todos los hombres, ya que ella misma había sido víctima de violación cuando era niña por un amigo de su padre. “No me protegieron, nadie me protegió”.
Su padre, al contrario de cuidarla, tenía actitudes sexualizadas hacia sus hijas. No perdía la oportunidad para acercarse de manera inapropiada, o sostenía miradas penetrantes en momentos donde sus hijas estaban cambiándose, o realizando quehaceres íntimos.
La situación de pobreza familiar obligó a Cielo a migrar a otra ciudad del interior, pero más poblada, de muy joven buscando trabajo como auxiliar doméstica.
Reflexiones: Estas primeras entrevistas, me permitieron tener un panorama de la historia de violencias sistemáticas que había atravesado Cielo; violencia familiar, social y de género, es decir, una serie de vulnerabilidades acumuladas.
Pensé también en los relatos de violencias sexuales en su infancia y adolescencia; por un lado, el amigo de su padre, que abusó sexualmente de ella, y en la cual no hubo nadie que haya podido cuidar. Por el otro, un padre que abusaba de sus hijas, a través de la mirada sexualizada sobre sus cuerpos púberes.
Tratamiento con la paciente: Acompañar a Cielo a poner palabras a su historia de abusos y violencias fue un proceso turbulento. Ser testigo del relato de sus experiencias traumáticas, mostrándole que podía confiar en el vínculo, y que yo, como analista, podía alojar y escuchar su dolor.
Cielo empezó a descongelar el duelo por la muerte de esta familiar muy cercana que se había quitado la vida −que estaba paralizado−, y empezó a conectar sus deseos de matarse con sus sentimientos de culpa por sentir que no pudo evitar el suicidio de aquella prima cercana a sus afectos.
La paciente pudo integrar aspectos que estaban desmentidos, y puso en palabras los secretos familiares; su prima se había matado porque estaba embarazada de su abuelo, y sentía un odio muy grande a su abusador. Reconoció que durante todos esos años fue más fácil decir que no quería a su hermana, que reconocer el dolor de haberla perdido, y que la amaba mucho.
El amante y la asimetría de poder
Como parte del proceso de análisis, Cielo empezó a darse cuenta de la relación de asimetría de poder, en el vínculo con su amante. Este hombre la había “rescatado” de un sitio precario donde estaba trabajando cuando migró a la ciudad. Y en los comienzos de la relación, él significaba un héroe para ella. Pero lentamente, fue cayendo la idealización, y pudo ver que se encontraba en una relación de dominación, en la que no había un reconocimiento mutuo.
El acceder a ser la amante de este hombre poderoso fue una estrategia de supervivencia psíquica, pero luego de un tiempo de análisis, representó una cárcel, ya que ella no tenía libertad en su vida, estaba sujeta a las normativas que él le imponía sobre su vida.
Fue así como ella pudo ponerse en contacto con sus partes vulnerables, y de esta forma reelaborar los aspectos de lo siniestro sin palabras, en donde había operado la desmantelación subjetiva.
Por momentos tenía mucho miedo de dejar a este amante, porque representaba la única seguridad económica y emocional que había tenía en su vida, pero, por otro lado, sabía que no podía seguir sosteniendo una relación en la cual se sentía un objeto sexual, sin autonomía ni libertad.
Cielo, por primera vez, estaba teniendo un espacio para sí misma, para pensarse como mujer, para hablar de las marcas en su cuerpo femenino, de sus dolores y sus placeres, para contar su historia y también para empezar a soñar un futuro. El espacio analítico se convirtió en un continente que pudo alojar su sí mismo en devenir.
La paciente empezó a traer relatos de músicas que había escuchado, por ejemplo, una, la de un padre se iba y sus hijos se quedaban temerosos y desolados. Así mismo expresó también un diálogo de una de música que decía: “Aquella flor de pétalos dormidos, a la que cuido hoy y con toda el alma, recuperó el color que había perdido, porque encontró un cuidador que la regara”.
Cielo encontró en medio de tanto horror y terror, de incesto y desamparo, su potencial simbólico y creativo. Así como empezó a cantar, empezó a subjetivarse como mujer, como sujeto humano, y empezó como expresa el dialogo de la música, ser una flor de pétalos dormidos que pudo recuperar su color.
Reflexiones finales
¿Qué futuro podemos pensar sobre la violencia de género? Considero que hay mucho camino por andar todavía, pero también son más visibles las violencias en los distintos escenarios sociales y familiares.
No es casualidad que hoy haya más niñas y adolescentes que denuncien los abusos sexuales. Que hablen del consentimiento en las relaciones sexoafectivas y que existan redes de cuidados, así como manifestaciones culturales que denuncian los malestares de las mujeres en una sociedad que continúa cosificando sus cuerpos y culpabilizándolas de las violencias sexuales.
Algo diferente se está moviendo, lo cual incomoda a muchos, pero que nos hace pensar que el silencio se reemplaza por un grito, lo cual como analistas estamos llamados a escuchar. Por ello tomo las palabras de Benjamin (2020) quien expresa que, a través de las Tesis, en “El violador eres tú”, las mujeres están afirmando:
“el derecho a ser vulnerables sin ser atacadas, el derecho a permanecer seguras e ilesas en sus cuerpos sin la necesidad de ocultarlos”. (p.22)
Una escritora española, Elvira Sastre (2021) escribió:
“(…) la vida es frágil, sin duda, pero el amor resiste (…) sólo hay que cambiar los empujones violentos por avances enérgicos, los pasos hacia atrás por los impulsos adelante, los hundimientos por nuevos paisajes. Y eso, uno descubre cuando las grietas se abren”.
Deseo que en este espacio de pensamiento podamos seguir pensando juntos y juntas, abrir así grietas que puedan alojar el sufrimiento contemporáneo, y además permitir nuevos paisajes en el miramiento hacia el otrx y en el reconocimiento mutuo de la alteridad.
Referencias bibliográficas
Alkolombre, P, Ponce de León, E. (2019). Violencias y subjetividad: Género, infancia y sociedad. Buenos Aires: Letra Viva.
Benjamin, J (2022). “Vulnerabilidad, repudio y violencia: La tragedia de la masculinidad”. Poder, género y amor. Perspectivas masculinas contemporáneas. Romano, Alkolombre, Cardó (comp.) Letra Viva, Buenos Aires.
Burin, M. (29 y 30 de abril de 2008). Género y Psicoanálisis: Subjetividades femeninas vulnerables. Ciclo de conferencias “Entre mujeres insurgentes y revolucionarias” facultad de ciencias políticas y sociales UNAM. CDMX, México. Recuperado de http://www.mujeresnet.info/
Canal Asociación Psicoanalítica de Argentina (19 de marzo de 2018). Actividad científica titulada “Violencia de géneros. Femicidios y Movimientos Me too y Ni una menos” (Archivo de vídeo). Recuperado el 5 de abril de 2022.
Fernández, A. (2013) “Las marcas de infancias abusadas: Una clínica psicoanalítica de la crueldad”. En Los sufrimientos: 10 psicoanalistas- 10 enfoques. Buenos Aires, Psicolibro.
Fridman, I (2019). Violencia de género y psicoanálisis: agonías impensables. Buenos Aires. Lugar Editorial.
Meler, I (2016). Recomenzar: amor y poder después del divorcio. Paidós. Buenos Aires.
Ministerio de la Mujer (2014). Primera Encuesta sobre Violencia Intrafamiliar basada en Género (Área Urbana). Asunción.
Sastre, E. (2021). Aquella orilla nuestra. Buenos Aires. Alfaguara.
Tajer, D. (2020). Psicoanálisis para todxs. Por una clínica pospatriarcal, posheteronormativa y poscolonial. Buenos Aires. Ed. Topia.
Unicef (2015). Comunicado UNICEF, UNFPA y ONU Mujeres: “Urge proteger del abuso sexual a niñas y adolescentes”. Recuperado marzo junio de 2018 de: http://www.unicef.org/
Arte*: óleo sobre tela. https://www.flickr.com/photos/
Matías Morales es un artista plástico de Valparaiso Chile.